Amados y temidos, los diálogos.
Bien utilizados, darán vida a tus cuentos y novelas y los harán irresistibles.
Mal utilizados, destruirán la magia de la mejor de tus tramas.
Dominarlos parece un talento misterioso, pero no lo es.
En este artículo te cuento, en cinco pasos, cómo escribir diálogos que atrapen a tus lectores.
Pero todo a su debido tiempo.
Antes, veamos un ejemplo.
Nos ayudará a comprender lo que sigue.
Se trata de una escena de Pulp Fiction, de Quentin Tarantino. En ella, un sicario llamado Vincent (John Travolta) recibe de su jefe Marcellus el encargo de llevar a cenar a su esposa Mia (Uma Thurman). Durante la cena, la tensión sexual entre Vincent y Mia es más que evidente, pero a pesar de ello (o tal vez debido a ello), Vincent decide poner a prueba a Mia con una pregunta incómoda.
Tenso y divertido.
Nada mal.
Veamos cómo puedes hacer que tus diálogos funcionen igual de bien.
Paso 1. Escribe un primer borrador, aunque no tenga ningún interés.
Si ya tienes una idea, aunque sea borrosa, de lo que se dirán los personajes, escríbela.
Esta versión no tendrá mucho valor en sí misma, pero evitará que te bloquees antes de empezar y será el punto de partida sobre el que utilizarás las técnicas que propongo en el resto del artículo.
¿Qué aspecto debería tener este borrador?
Puede ser algo tan trivial esto:
—Hola Gertrudis, ¿cómo estás? —dijo Ana.
—Muy bien, gracias —dijo Gertrudis—. ¿Y vosotras?
—Bien, también, gracias. Que tengas un buen día.
Aburrido y prescindible, pero por algún lado hay que empezar.
Paso 2. ¿Qué función tiene tu diálogo?
Un diálogo que no cumple ninguna función es solo parloteo y debes modificarlo o eliminarlo.
A menudo, cuando señalo este problema a un alumno, me encuentro con resistencia. Así es cómo habla la gente, me suelen decir. Y es verdad. Pero los diálogos reales son tremendamente aburridos y, por ciertos que sean, no tienen cabida en una obra literaria. A menos que tu objetivo sea el de aburrir al lector…
A modo de guía, aquí tienes las funciones más comunes que cumplen los diálogos:
1) Caracterizar a los personajes. Los diálogos permiten al lector "oír" la voz de los personajes (sin pasar por el filtro del narrador) y esto los convierte en una herramienta inigualable para mostrar su forma de hablar y de pensar.
Dicho de paso, este es el principal objetivo de la escena de Pulp fiction que acabas de ver.
Aquí tienes un ejemplo más:
—No sé, no lo veo claro —dijo Jules.
—Mejor sueldo, mejor trabajo, mejor compañía… ¿Qué es lo que no ves claro?
—Bueno, Igor… uno nunca sabe ¿Y si resulta que no me entiendo con mi nuevo jefe?
—Acabas de decirme que Anabel es una hiena...
—Lo sé, lo sé.
—¿Entonces?
—Bueno…
Después de leer esto, ¿qué tipo de persona crees que es Jules?
2) Hacer avanzar la acción. Lo que decimos tiene consecuencias y, en este sentido, un diálogo puede hacer evolucionar la trama.
Un par de ejemplos:
—No te gires. Levanta las manos despacio y no te ocurrirá nada. O casi nada.
***
—Se acabó, Pedro —dijo Elena.
—Ni lo sueñes. Antes acabaré contigo.
3) Mostrar el tema. Todas las historias hablan de algo, pero no hay nada peor que un narrador que pregona su forma de pensar. Si tienes una opinión que dar, dásela a uno de tus personajes y deja que sea él quien la defienda:
—El amor… menuda estafa. Difícil de encontrar, imposible de conservar —dijo Ismael.
—Eres tan romántico como un ladrillo —dijo Alba.
—Realista, querida, realista. El amor es la zanahoria que la evolución nos puso delante para que no parasemos de andar. Y de parir.
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Paso3. ¿Qué objetivos persiguen tus personajes?
Cuando los personajes desean algo, hablan con intención y eso da dinamismo al diálogo.
Tómate un tiempo para pensar (o inventar) qué objetivo persigue cada uno de los personajes.
No me estoy refiriendo aquí al objetivo global que persiguen en la historia (salvar el mundo, enamorar a la chica, encontrar el tesoro), sino al propósito o intención con la que hablan en esa escena concreta.
Intenta, además, que los objetivos de tus personajes estén confrontados. Si Pedro quiere convencer a Inés de que necesitan ahorrar, haz que Inés quiera convencer a Pedro de es un avaro. Si Enrique quiere seducir a Paloma, haz que Paloma quiera deshacerse de él.
Siempre que tus personajes persigan objetivos incompatibles, tus diálogos tendrán gancho.
El dialogo de Pulp fiction es un ejemplo brillante del uso de esta estrategia. Te recomiendo que lo veas de nuevo. Intenta descubrir qué desea cada personaje y fíjate en cómo estos objetivos influyen decisivamente en el diálogo.
Por último, y dado que esta técnica suele provocar algo de confusión, aquí tienes un ejemplo de cómo utilizarla para mejorar en un diálogo que ya estaba escrito:
Desde su ventana, Gertrudis espiaba la calle. Cuando vio que Ana giraba la esquina y se dirigía hacia el portal, corrió hacia la entrada. Antes de salir al rellano, se detuvo un instante delante del espejo del recibidor y se arregló el pelo. Luego se guardó las llaves en el bolsillo, se escurrió hacia fuera, cerró la puerta con sigilo y esperó a que Ana subiera.
—Hola Gertrudis, ¿cómo estás? —dijo Ana al llegar.
—Regular, la verdad. He olvidado las llaves dentro de casa.
—Vaya… ¿Tienes ya un cerrajero?
—No, aún no. También tengo el móvil dentro.
—Bueno, bueno… parece que tendré ocasión de devolverte el favor —dijo Ana—. Si quieres, puedes llamar desde casa. Raquel aún no ha llegado, pero creo que encontraré el número del chico de la otra vez.
Paso 4. No escribas, interpreta.
Ya me lo has oído decir: para escribir un buen diálogo necesitas ponerte en la piel de tus personajes como si fueras un actor.
Ponte en el papel y escribe lo que el personaje diría.
Solo así evitarás que diga cosas que jamás saldrían de su boca.
Solo así conseguirás que sus palabras resulten creíbles y transmitan su vida interior.
Este esfuerzo de interpretación también te ayudará a profundizar en la psicología de tus personajes. Puede que incluso descubras que alguno de tus personaje no era quién creías que era. A modo de ejemplo, aquí tienes una variante de la escena de Ana y Gertrudis:
Desde su ventana, Gertrudis espiaba la calle. Cuando vio que Ana giraba la esquina y se dirigía hacia el portal, corrió hacia la entrada. Antes de salir al rellano, se detuvo un instante delante del espejo del recibidor y se arregló el pelo. Luego se guardó las llaves en el bolsillo, se escurrió hacia fuera, cerró la puerta con sigilo y esperó a que Ana subiera.
—Buenas tardes señora Gertrudis, ¿cómo está? —dijo Ana al llegar.
—¡Oye guapa! No me trates de usted, que tenemos casi la misma edad —dijo Gertrudis.
—No quería molestar.
—Era broma, mujer. Hay que saber captar las bromas, ¿no crees? Son la sal de la vida. Además, tú y Raquel sois una pareja encantadora y jamás molestáis, ya lo sabes.
Ana sonrió e hizo ademán de seguir escaleras arriba, hacia su piso.
—Pues sí… uno debe tomarse las cosas con humor —continuó Gertrudis—. Fíjate en mí. Si no lo hiciera, ahora mismo estaría furiosa.
Gertrudis calló un instante, como esperando una reacción. Después, añadió:
—He olvidado las llaves dentro y ahora no puedo entrar.
—Vaya… —dijo Ana—. ¿Tiene ya un cerrajero?
—¡Otra vez tratándome de usted! Pero no, no te molestes, querida, no quería ofenderte… Si te sale así, que le vamos a hacer. Por el tema del cerrajero, no, la verdad es que no. De hecho, quería pedirte si me dejarías utilizar tu teléfono.
Paso 5. Sácale brillo
Si has seguido los pasos anteriores, tu diálogo funcionará.
Pero antes de darlo por terminado, conviene pulirlo.
Aquí tienes las últimas cuestiones que debes tener en cuenta:
1. Vigila con la puntuación.
El uso de los signos de puntuación en los diálogos es delicado. Asegúrate de que los usas correctamente. El este artículo encontrarás las reglas básicas: La estructura de los diálogos.
2. Usa las acotaciones con prudencia.
Las acotaciones son las pequeñas explicaciones que siguen a la intervención de un personaje:
—¿Quién es la víctima? —dijo el sargento.
Un error común es añadir demasiada información en ellas:
—¿Quién es la víctima? —dijo el sargento, mientras sacaba una cajetilla de cigarrillos del bolsillo derecho de su pantalón.
No lo hagas. Las acotaciones largas frenan la lectura y diluyen la fuerza del diálogo. Salvo excepciones, limítate al "dijo".
¿Quieres pasar un buen rato?
Escribir diálogos es un juego apasionante.
Quítate la presión de encima y diviértete con tus personajes.
Haz que se peleen, que se engañen, que hagan el ridículo, que se avergüencen, que se insulten.
Verás que, una vez te pongas en marcha, es una experiencia casi mágica.
Y si de todo ello sale algo que te gusta, compártelo en la sección de comentarios.
Comentarios 7
Muchas gracias Carles… Ya miro los posibles diálogos entre mis personajes.
El ejemplo enriquecido que das (el segundo de Gertrudis y Ana)… Clarifica la personalidad de cada una, veo una Ana prudente y amable y una Gertrudis mucho más atrevida, cínica y mañosa. Sin embargo, me gustó mucho más el primer diálogo que muestras, por su sobriedad; creo que al no ser tan explícito da la oportunidad al lector de imaginar mucho más en la escena… Cuenta mucho en poco.
Cuando mencionas la jerga entiendo que son palabras muy técnicas o que usa un grupo. No entendí lo de las voces dialectales, ¿Te refieres a las groserías?
Gracias por el artículo.
Saludos.
Gracias Maverova,
Buena observación. A menudo, menos es más.
La pretensión del segundo ejemplo no es la de ser mejor (coincido contigo en que el primero funciona mejor), sino la de mostrar que, si te pones en la piel de los personajes, lo habitual es que el diálogo muestre más al personaje.
En cualquier caso, ambos diálogos son borradores y no tienen pretensión alguna.
En cuanto a la jerga, exacto, es el vocabulario propio de un grupo de personas (ya sea un grupo profesional o social).
Las voces dialectales son las variantes de un idioma que se hablan en distintas regiones.
Un saludo,
Muchas gracias por las aclaraciones Carles.
Es un artículo muy claro y útil. El link sobre las reglas de los diálogos es de mucha utilidad.
Y debes saber que me fascinó la pequeña gran historia de Gertrudis y Ana.
Saludos.
Gracias a ti.
Me alegro de que el ejemplo te gustara.
Me ha parecido muy interesante la parte de las acotaciones.
Es verdad que cuando estás leyendo un libro, se te hace pesado que un diálogo se alargue demasiado con acotaciones que son más bien relleno.
Yo, cuando escribo, procuro no alargarme demasiado con ellas; aunque a veces no puedes evitarlo porque así lo requiere el fragmento.
Muy interesante el post.
Gracias por compartir tus conocimientos.
Un saludo.
Sandra
De nada Sandra. Me alegro de que te fuera útil.
Excelente guía. Estoy interesado en compartir más sobre el tema. https://www.fiverr.com/share/ERpdK